miércoles, 5 de diciembre de 2012

EN EL DÍA INTERNACIONAL DEL VOLUNTARIADO, O’BELÉN QUIERE HACER UN HOMENAJE A TODOS LOS QUE DAN SIN ESPERAR NADA A CAMBIO, PENSANDO SOLO EN CONTRIBUIR A CREAR UN MUNDO MÁS HUMANO


Madre mía, recordar esos días han hecho que se me salten las lágrimas.” Así empieza la carta que nos envía Carlos, director de Ágora que comparte en un día tan especial su experiencia como voluntario en Tanzania hace pocos meses. 

Me gustaría compartir con todos vosotros tal día como hoy mi experiencia en Arusha, Tanzania.Siendo coordinador de la Fundación Internacional O’Belén en Picón de Jarama, la fundación y mi director de aquel entonces, Juan Carlos Rodríguez Crespillo, me dieron la oportunidad de solicitar una excedencia de un año y cumplir uno de mis sueños, ir a África de cooperante. 

Creo que algo como irse al otro lado del mundo le sonará raro a muchos pero estoy segurísimo que no a todos los que nos dedicamos a la intervención en el mundo de lo social. Fui con la idea de aportar todo lo que mis conocimientos y experiencia dieran, y algo aporté, pero estoy seguro que nada en comparación de lo que aquella experiencia me aportó a mí, y por muy a tópico que suene es la pura verdad. 

Me marché con una mochila y muchas ganas. Tuve la suerte de tener a una amiga ya allí y ex trabajadora también de Picón, Amaranta, también de excedencia y que actualmente continúa allí. La casualidad y las ganas de conocer aquellos pueblos nos llevó a encontrarnos con María Carpio, una salmantina con un corazón que no le cabía en el pecho. Había llegado a Tanzania desde Londres y tras vivir allí unas semanas decidió abandonarlo todo y apoyar a las viudas Masai. Ella y Mibaku, un joven guerrero Masai que se había esforzado por ayudar a su pueblo, luchaban por el empoderamiento de la mujer, contra el hambre, la falta de agua y el saneamiento en sus aldeas remotas a través de su pequeña fundación (www. fundacioncarpioperez.org ). 

A ellos les debo quizá los mejores momentos de mi vida. Colaborar con ellos es una experiencia que nunca hubiera podido imaginar. La primera vez que pise Arkaria (aldea masai dónde trabajábamos) el recibimiento me dejo boquiabierto. Fueron todo amabilidad y sonrisas. Ellos compartieron su agua y su comida conmigo, me enseñaron sus tradiciones y me hicieron sentir como uno más. Para mí, un antropólogo de aula haber podido saltar junto a ellos fue un sueño. De aquellos días, lo que más recuerdo son a los niños, María y Mibaku se ocupaban de todo y yo no podía de dejar de jugar con los niños, los tenía en brazos de tres en tres, jugábamos a las palmas, o nos enseñábamos palabras. Todo lo hacían con los ojos muy abiertos y una gran sonrisa en la cara, Simba ! (león en suajili) les gritaba cuando llegaba a la aldea y ya sabíamos que tocaba jugar. Las agujetas más placenteras que he sentido. 

De todo me quedo con gente como María y Mibaku que dan todo por los que más lo necesitan, con los niños y sus sonrisas a pesar de lo poco que tenían y con las mujeres masai, las personas más fuertes, duras y sabias que haya podido conocer. Siete meses que fueron un sueño y siete meses que me enseñaron cosas que no se aprenden en los libros. 

Ahora, casi un año después, de regreso a España con fuerzas renovadas he hecho frente al reto de ser director de un Centro pequeñin de la Fundación en Tenerife, Ágora, y lo hago con la de la misma manera con la que decidí mi última aventura, con ilusión y muchas ganas. 

¡Un saludo! 

Carlos Alberto García Piñero 

Para más información podéis acceder a nuestras diferentes redes sociales 

Facebook 

twitter 

Youtube

No hay comentarios:

Publicar un comentario